martes, 8 de mayo de 2012

EUROPA GIRA A LA IZQUIERDA





En los últimos días varios países europeos han celebrado elecciones: el 3 de mayo municipales en el Reino Unido; el 6 de mayo, presidenciales francesas, parlamentarias griegas, y regionales en Schleswig-Holstein, Alemania. Y los días 6 y 7 de mayo, municipales en Italia. ¿Qué panorama queda después de las batallas?

Lo que más se ha destacado ha sido el triunfo de Hollande en Francia, y, en menor medida, el ascenso de Aurora Dorada en Grecia y los buenos resultados del Movimiento 5 Estrellas, la “antipolítica” de Grillo, en Italia. Pero la situación es tan compleja que merece un análisis más allá de los titulares.


La participación no se hunde.

Un primer dato a tener en cuenta es que los europeos han votado. A pesar del enorme descontento por la situación económica, y el enfado y la desconfianza hacia la clase política, una mayoría sigue pensando que la opción democrática merece la pena. Votar, expresar libremente la orientación que uno apoya, sigue siendo una conquista importante. Todos somos iguales en el momento del voto. Es un derecho que ha costado lograr y debemos poner en valor. En Francia la participación fue del 81%. En las elecciones griegas, a pesar de la crisis y el rescate, se mantuvo en un 65%. Y en las municipales italianas en un 66,9%. Ha bajado la participación, pero sigue siendo mayor, por ejemplo, que en EEUU.


Giro moderado a la izquierda.

¿Qué han votado los europeos?. Mayoritariamente hay un giro a la izquierda. No es un volantazo. Pero lo que parece claro es que una mayoría de ciudadanos europeos quieren que sus gobiernos busquen una salida de la crisis “más a la izquierda”, no más a la derecha.

En Reino Unido Conservadores y Liberales han perdido numerosos concejales y ayuntamientos a favor del Partido Laborista. En Italia el PDL de Berlusconi, y la Liga retroceden claramente, a favor de partidos de izquierda y del movimiento 5 estrellas. En Grecia se ha hundido el PASOK (13,4% de votos), cierto, pero han subido de forma importante Syriza (16,76%), el Partido Comunista (8,47%) e Izquierda Democrática (6,1%).  Los conservadores de Nueva Democracia bajaron al 19%, y la Aurora Dorada subió mucho, es verdad, pero solo hasta el 7%. Los socialistas habían logrado el 43,9% hace solo tres años y han perdido su apoyo por la gestión de los recortes sociales.

En Schleswig-Holstein, la CDU de Merkel aguantó un 30,9% de votos, que no son suficientes para gobernar junto al 8,1% de los Liberales. Los socialistas llegaron al 30,2%, los verdes al 13,3% y  el partido Pirata a 8,4%. Conviene tomar nota: este partido, movilizado a través de Internet, ha logrado ya entrar en los parlamentos regionales de Berlín y el Sarre.

En Francia ha ganado Hollande, pero no ha sido una debacle para Sarkozy. En la primera vuelta los socialistas lograron un 28,63% de los votos, frente al 27,18% de Sarkozy. Por su parte, Le Pen obtuvo un 17,90% (más que su padre en 2002, cuando disputó la segunda vuelta por el hundimiento del PSF); Melanchon un 11,11% y Bayrou un 9,13%.

Podíamos añadir aquí un recuerdo de nuestras pasadas elecciones de Noviembre 2011, en las que el PSOE se desplomó, subió Izquierda Unida, y ganó el PP con mayoría absoluta, pero sin añadir apoyo social (votos), sino aprovechando el rechazo a la gestión de la crisis por Zapatero a partir de 2010.


¿Rechazo a la gestión de la crisis o búsqueda de alternativas?

¿Hay solo un rechazo a los partidos que están en el Gobierno, gestionando la crisis? ¿O hay, además, una exigencia de cambio de política, de que salgamos de otra manera? Quizá las recientes elecciones Andaluzas puedan ayudarnos a formular la respuesta.

La impresión que da es que la mayoría de la sociedad española y europea entiende las dificultades económicas, pero no es tonta. Sabe que hay problemas de fondo, por la emergencia de nuevas potencias (China, India, Brasil) y la necesidad de reorganizar nuestros modelos de producción y crecimiento. Pero también comprueba  que la crisis  está sirviendo de coartada al nuevo capitalismo para apretar más a los débiles y  favorecer a los más poderosos. La gente está dispuesta a aceptar sacrificios, siempre que sean proporcionados y pague más el que más tiene. No es razonable pedir sacrificios y ver que un banquero logra casi 50 millones de euros de indemnización por retirarse y ahora puede volver a dirigir otro banco salvado con ayudas públicas, etc., no es aceptable moralmente. Quiebra unas reglas de juego implícitas que establecen una proporcionalidad entre esfuerzo y recompensa, entre sacrificios y derechos. La sociedad rechaza  un capitalismo financiero que cercena una y otra vez derechos conquistados en los últimos 50 años, y que utiliza la fuerza de los mercados de capital para imponer su voluntad, frente a la voluntad democrática y ante la inoperancia de los poderes públicos nacionales.

La mayoría de la sociedad europea parece seguir defendiendo un modelo con libertad de empresa, sí, pero también con derechos sociales, sanidad, pensiones, educación, salarios suficientes para vivir, más impuestos a los que más tienen, respeto al medio ambiente, respeto a los derechos civiles, libertad de conciencia, separación iglesia-estado, etc. La mayoría de la gente en Europa parece rechazar una salida de la crisis recortando derechos económicos y sociales. Busca otras alternativas. El rechazo al PSOE en las últimas elecciones no fue por los importantes avances civiles y sociales de Zapatero, sino por las medidas económicas (política fiscal, reforma de la Constitución, reforma laboral, etc.).  

En las diversas elecciones se comprueba también un malestar de fondo, una desconfianza, una sensación en mucha gente de no saber qué hacer, porque los gobiernos no responden a sus necesidades y sus problemas. ¿Votar o no votar?. ¿Votar a un partido grande, aunque me haya decepcionado, o a uno pequeño alternativo, aunque tenga pocas posibilidades?. El aumento de la abstención, el aumento de voto a IU o a Syriza. La aparición el Partido Pirata en Alemania y el M5E en Italia; el aumento de voto a Le Pen en Francia y a Aurora Dorada en Grecia, son datos que apuntan respuestas. Los ciudadanos europeos quieren participar, pero no se casan con nadie. Buscarán su opción. Al mismo tiempo, el movimiento político (y el antipolítico) toma fuerza en la red.


El reto de Francia y el reto de Andalucía

El Programa electoral de Hollande parece resumir bien las aspiraciones de una mayoría de ciudadanos europeos.  El, que no está desgastado por la gestión, propone un giro a la izquierda: inversión y creación de empleo; más profesores; política fiscal más justa (más impuestos a los ricos, a las grandes empresas y a la banca); reorientación de la política económica europea (reforma BCE, eurobonos, tasa de transacciones financieras); potenciar energías renovables; mejorar salarios; apoyo a familias… Es muy importante para toda Europa que este programa pueda desarrollarse en Francia, para lo que Hollande necesitará revalidar el apoyo de los franceses en las parlamentarias de junio. Pero no podrá hacerlo solo.

Entretanto en Andalucía, el nuevo gobierno PSOE-IU tiene un reto similar. Dar ejemplo. Mostrar una forma de gobernar desde la izquierda, con sentido común, con transparencia, con rigor, con participación. En este caso, a diferencia de Hollande, Griñan había gobernado en la crisis. Pero mantuvo una política coherente con su discurso, a pesar de las enormes dificultades. Y el voto que perdió se fue más a la izquierda, permitiendo un Gobierno de coalición y frenando la mayoría absoluta del PP. Izquierda Unida también asume aquí una gran responsabilidad. ¿Funcionará este giro a la izquierda? También necesitarán (y deberán ganarse) un enorme apoyo social.


El Estado Nación no puede hacer frente al nuevo capitalismo

Sin duda el envite es de gran envergadura, de carácter mundial y de largo plazo. Pero el partido se juega cada día y en cada campo. En cada pueblo, en cada región y en cada país. Paso a paso. Con incertidumbres y tensiones, aciertos y fracasos. Lo que parece claro es que sin una vertebración política de la sociedad, y sin una participación democrática, los que mandan son los poderes económicos. El trabajador, el pensionista, el parado, se diluyen. Solo con una participación democrática su decisión cuenta igual y puede cambiar las cosas a mejor.  La sociedad europea parece decir que quiere un giro democrático a la izquierda. Las organizaciones políticas y sindicales tienen que ser capaces de vertebrar esa voluntad social, esa enorme energía que sigue reclamando dignidad, justicia, libertad y derechos.  

Ahora bien, cada vez está más claro que, cuanto antes, debemos superar el ámbito político nacional de toma de decisiones. Un país solo no puede contrapesar la fuerza del nuevo capitalismo financiero. Y por eso,  cuando ven que las decisiones del país son inútiles, muchas personas se desaniman  y se desesperan, pensando que la democracia ya no vale. Es necesario fortalecer la idea de Europa como entidad política, donde podamos defender nuestros derechos y contribuir a la construcción de una gobernanza mundial.  Pero para ello es necesario también que ideemos nuevas formas de participación política y sindical democráticas, adaptándonos a los nuevos tiempos, a la era Internet, para que el Gobierno Europeo responda a un Parlamento con poder, y pueda gestionar presupuestos, políticas  y soluciones europeas. De lo contrario, el capitalismo financiero global, forzará el giro a la derecha.





1 comentario:

  1. La necesidad de introducir reformas en la Unión Europea es clave y decisiva. Durante estos años la doctrina neoliberal se ha introducido y convertido en un paradigma no discutible. Todos los últimos textos elaborados llevan esa impronta y constituyen un fuerte obstáculo para el desarrollo de políticas diferentes. El informe sobre promoción de empleo aboga por ejemplo por la desaparición del salario mínimo y la perdida de derechos. El Pacto Fiscal Europeo es una amenaza para políticas autónomas de crecimiento . El modelo neoliberal esta fuertemente anclado en las normas e instituciones europeas. La izquierda debe abrir un debate ciudadano claro y transparente que restituya en Europa la primacía de la democracia frente a los mercados financieros.
    Ramon

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