jueves, 15 de agosto de 2013

Una buena sanidad, pero menos




El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha publicado el Barómetro Sanitario de 2012 (1). En él se aprecia una disminución de la valoración que hacen los españoles del Sistema Sanitario.




Un 70,65% de los encuestados cree que el sistema sanitario funciona Bien o Bastante Bien, frente al 73,88% que opinaban lo mismo en 2010. Sigue siendo una valoración alta, porque la sanidad española mantiene un buen nivel, gracias, fundamentalmente, al esfuerzo de miles de profesionales. Pero los recortes sanitarios se van notando: 3.162 millones menos de gasto sanitario entre 2009 y 2011 (2) y un recorte mayor en 2012 y 2013 según lo previsto en los presupuestos aprobados. Esta disminución de gasto público está siendo, en parte, a costa de un aumento del gasto directo de las familias, de tal manera que baja la proporción de gasto sanitario financiado públicamente en relación con el gasto sanitario total. Es una financiación menos justa.



La disminución de gasto en los centros públicos ha supuesto disminución de personal y ésta se traduce, en ocasiones, en un aumento del tiempo de espera para ser atendido y poder iniciar el proceso diagnóstico y el tratamiento adecuado: el tiempo medio de espera para cirugía programada creció de 61 días en junio de 2010 a 100 días en diciembre de 2012, un 64% más; la proporción de personas que esperan más de 6 meses pasó de 4% a 18% en el mismo periodo (3).

Este deterioro podría estar ocasionando un efecto negativo en la salud, en las posibilidades de mantenimiento y recuperación de la salud. El INE ya nos ofreció una llamada de atención con el dato de Esperanza de Vida, que mostraba un ligero descenso en 2012 respecto a 2011. Si cada año (desde 1980) se registraba un aumento de 0,2-0,3 años, en 2012 se registró una disminución de 0,1.


Son señales de alerta. La OMS define tres objetivos para un sistema sanitario: mejorar la salud, responder a las expectativas y preferencias de los ciudadanos y garantizar una financiación justa (4). Estos tres aspectos se están viendo afectados a consecuencia de la crisis económica y de la manera de afrontarla (políticas de recortes y austeridad, con ayudas a las entidades financieras). 

La inversión en sanidad y en servicios sociales públicos contribuye al mantenimiento y mejora de  la salud y es un factor de riqueza y cohesión social, clave para la recuperación de la economía y el bienestar. Su deterioro perjudica a la mayoría y solo beneficia a los más poderosos.

Sería razonable frenar ya los recortes en políticas sociales y detener las transferencias de recursos  desde los trabajadores y las clases medias hacia los que más tienen.

   
(1) http://www.msssi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/sisInfSanSNS/informeAnual2012.htm
(2) Sistema de Cuentas de la Salud. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2013
(3) Sistema de Información de Listas de Espera, MSSSI, 2013. http://www.msssi.gob.es/estadEstudios/estadisticas/inforRecopilaciones/docs/LISTAS_DE_ESPERA_Diciembre_2012.pdf
(4) World Health Organization. The World Health Report 2000. Health Systems. Improving Performance. WHO. Geneva, 2000. http://who.int/whr/2000/en

jueves, 8 de agosto de 2013

Enfermedad mental, estigma y discriminación laboral



Melody Moezzi es abogada en ejercicio en EEUU. Según relata en un artículo publicado el pasado 5 de agosto en el New York Times, para acceder al ejercicio de la abogacía frente a los Tribunales de Justicia, en muchos Estados de su país los candidatos tienen que contestar a un cuestionario de idoneidad en el que se pregunta: “En los últimos 5 años ¿ha sido diagnosticada, o ha recibido tratamiento, de trastorno bipolar, esquizofrenia, paranoia o algún otro trastorno psicótico?”.  

Aunque ella estaba diagnosticada de una depresión mayor, en el momento en que rellenó su solicitud esa enfermedad no estaba incluida en el cuestionario y no tuvo problemas. Pero otros compañeros con enfermedad mental, cuando quieran acceder al ejercicio profesional, deberán optar entre: a) decirlo, y arriesgarse a que les impidan ejercer, como ha ocurrido en algunos casos; o b) no decirlo, y arriesgarse a que les acusen y condenen por perjurio.

La señora Moezzi pone el ejemplo de otra abogada muy conocida en su país, Kathleen Flaherty, que solicitó su admisión para ejercer la abogacía en Connecticut en los años 90. Al rellenar el cuestionario contestó que estaba diagnosticada de trastorno bipolar y se le negó la autorización para ejercer. Ella pleiteó y, después de un año, logró la autorización. Aun así, durante los siguientes nueve años tuvo que presentar un certificado médico cada seis meses.

Hay muchas otras personas con enfermedad mental que llevan una vida normalizada pero no quieren decir que están enfermas porque temen sufrir humillación y rechazo, fruto del desconocimiento sobre las enfermedades del cerebro y de la complejidad de las relaciones humanas. Conviene repetir una vez más que las personas con enfermedad mental no son más peligrosas que las personas sin enfermedad mental. En todo caso sería al contrario.

Muchas veces hace sufrir más el estigma, el rechazo, el prejuicio, que la propia enfermedad. En ocasiones, por miedo a ser etiquetados, se demora el acceso al tratamiento adecuado. Por eso es importante superar la discriminación negativa de las personas con enfermedad mental; también en el ámbito laboral.

Luchar contra el estigma y el prejuicio es difícil y se debe hacer a través de múltiples acciones. Pero una muy importante es que la población sepa que hay (somos) muchas personas padeciendo enfermedad mental que pueden (podemos) realizar un trabajo normal. Con el tratamiento y el cuidado adecuado, como en cualquier otra enfermedad compleja, las personas con enfermedad mental pueden desarrollar una vida satisfactoria, con relaciones personales estables y significativas, y aportando a la sociedad toda su capacidad y su valía.

No conocía a la señora Moezzi, pero comparto plenamente su afirmación: “Desde un punto de vista legal, ético y práctico, aquellos de nosotros que vivimos con enfermedad mental debemos ser juzgados por nuestras obras, no por nuestro diagnóstico”.


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