jueves, 28 de julio de 2016

¿Mandaba la Troika?


Durante la crisis financiera varios países europeos (España, Portugal, Grecia, Irlanda, etc.) fueron sometidos a planes de reformas impuestos por la llamada “Troika”: UE, FMI, BCE (la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo). Se decía: lo manda la Troika.

Las políticas de la mal llamada “austeridad” (término usado en el neo-lenguaje para definir recortes) se tradujeron en la práctica en transferir recursos de los pobres, los trabajadores, las clases medias, los empresarios de la economía real, hacia los ricos, las grandes corporaciones y los bancos. Una crisis causada por la codicia de los altos ejecutivos de las entidades financieras y la desregulación del sector financiero que los gobiernos de EEUU y Europa habían permitido durante los últimos 20 años (y que no han corregido todavía), se ha resuelto dando más dinero a los causantes de la crisis.

Algunos acontecimientos recientes ayudan a explicar por qué se gestionó la crisis de esa manera.

Resulta que Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea durante 10 años (2004-2014), responsable de la gestión de las respuestas a la crisis (y de su no previsión), ha sido fichado por Goldman Sachs con un salario no despreciable.

Ahora nos enteramos que José Viñals, director de Asuntos Monetarios y Mercados de Capitales del FMI durante la gestión de la crisis (los últimos siete años), ha sido nombrado Presidente del Banco británico Standard Chartered, con un sueldo anual de 1,49 millones de euros por cuatro días de trabajo a la semana. La Presidenta del FMI no se escandaliza sino que le felicita. “Demuestra la alta estima en que es tenido, por su experiencia, capacidades y visión de los asuntos financieros”. ¿Pero estimado por quién? ¿Por los millones de desempleados? ¿Por los trabajadores con salarios que no llegan a fin de mes? ¿Por los pacientes que no pueden pagar las recetas? ¿Por los inmigrantes que son insultados, porque algunos damnificados de la crisis de aquí les echan la culpa de su precariedad, sin darse cuenta que la responsabilidad de su pérdida de derechos recae en esas entidades financieras que causaron la crisis, se llevaron el dinero de las inversiones tóxicas, se llevaron el dinero de los rescates, y se siguen llevando el dinero (uno de cada cuatro euros de los Presupuestos Generales del Estado) para pagar la deuda que asumió el Estado porque tenía que rescatar a los bancos?

Es tan brutal que cuesta digerirlo.

El tercer miembro de la Troika, el Banco Central Europeo, que ya inyectó más de un billón de euros a los bancos durante la crisis, anuncia ahora que habrá que ayudar otra vez a los bancos, en este caso italianos. Por pura coincidencia, el Presidente del BCE, Mario Draghi, venía de trabajar como vicepresidente para Europa en Goldman Sachs, cuando el comportamiento codicioso de las entidades financieras gestaba la crisis de las hipotecas basura y la Gran Recesión (2002-2006).

¿Quién creen ustedes que mandaba y manda realmente? ¿La Troika o los bancos?

Al menos, los partidos políticos y las organizaciones sindicales, en los ámbitos nacionales y europeos, deberían hacer oír su voz con fuerza criticando estos comportamientos y deberían tomar medidas para que no vuelva a ocurrir. Es un mal ejemplo desmoralizador para los ciudadanos que sentimos que nos toman el pelo miserablemente. Si esas conductas son legales, debe cambiarse la ley: prohibición radical de puerta giratoria y control minucioso de los ingresos y patrimonio de estas personas desde que dejen sus cargos, sean del partido político que sean.

Estos ejemplos ponen en evidencia que el sistema no funciona (es decir, que funciona para los más poderosos pero no para la mayoría de las personas) y que debe cambiarse si queremos una sociedad sin desigualdad, sin xenofobia, sin terrorismo, con respeto a la dignidad de las personas, con respeto a los derechos humanos, con oportunidades de vida en plenitud para los jóvenes y los mayores, porque todo está relacionado. No es imposible, pero para ello es necesaria otra política. Desde la raíz.

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